En este post compartimos las declaraciones de un experto ambientalista, Claudio Bertonatti, que nos da otra visión respecto a la falsedad que promueve el veganismo sobre el respeto animal y que con el veganismo el maltrato animal se acabará.
Su artículo ha causado un completo tsunami en el colectivo vegano y vegetariano ya que él advierte que «consumir vegetales no evita la muerte de los animales»… después de toda la polémica que se levantó, al parecer los veganos y vegetarianos aprendieron cosas nuevas que no sabían:
Claudio, usted ha sido vegetariano. ¿Por qué tomó esa decisión?
Cuando era adolescente me empezaron a interesar la naturaleza y los animales, y pensé que al convertirme al vegetarianismo iba a evitar la muerte de muchos de ellos. Pero cambié de opinión.
¿Qué pasó?
Empecé a estudiar la naturaleza y la fauna, a salir al campo a observar. Me di cuenta de que en los cultivos agrícolas no había aves, y que las pocas que había estaban perseguidas. Entonces estudié anfibios, mamíferos, reptiles y peces, y me di cuenta de que estaba confundido.
¿Por qué?
Siendo vegetariano evitaba la muerte y el sufrimiento de los animales domésticos, pero no la de las especies silvestres. Y muchas de estas, a diferencia de las vacas, los cerdos y las cabras, están desapareciendo. Entonces cambié, y volví a ser omnívoro.
¿Qué le impulsó a escribir este artículo?
En Argentina me topo con mucha gente que dice ser defensora de la naturaleza porque no come carne y no llevan cueros ni zapatos de piel. Creen que siendo veganos o vegetarianos evitan cualquier muerte animal. No es cierto.
¿Por qué?
Desde el momento en que los humanos empezamos a criar ganado y adoptamos la agricultura, generamos impactos. No hay especie animal que no mate o no coma mediante la muerte de otros animales, directa o indirectamente. Entiendo que puede ser doloroso, a mí también me gustaría vivir en un mundo ideal, pero la realidad es otra. No todos, pero muchos veganos creen que no causan ninguna muerte, lo mismo que la gente que viste sólo ropa de algodón, y sí lo hacen.
Al decir esto mucha gente siente que la estoy acorralando. ¿Muertes indirectas?
Trigo, arroz, maíz. La mayoría de los veganos los comen. El primer impacto de los cultivos masivos es la deforestación: desalojamos a la naturaleza para plantar. En Argentina directamente se quema la selva y se queman nidos con lanzallamas. Luego hay que defender la siembra de las aves que vienen a hurgar, por lo que muchos propietarios distribuyen granos envenenados. Después, los herbívoros silvestres van a ir a por los primeros brotes: se ponen entonces alambradas eléctricas, o directamente se cazan a tiros.
Si comes carne matas animales, y si comes plantas también
¿Qué ocurre en la cosecha?
Se fumiga para combatir hongos, insectos, otras plantas. Las animales que expulsaste van a ir a los lugares vecinos, donde ya hay animales: no hay más plazas de hotel. Entonces van a los cultivos vecinos, y se produce otra ola de impactos.
Por el contrario, afirma que en los campos que se dedican al ganado hay más especies animales.
En Argentina hay muchos pastizales silvestres. Sales a caminar y encuentras de todo: anfibios, reptiles, pájaros. Por supuesto, mentiría si dijese que hay los mismos animales que si no estuvieran las vacas. El ganadero también persigue a la fauna y matará a todo animal que considere perjudicial para su producción. Pero aún así el impacto es menor. Al decir esto mucha gente siente que la estoy acorralando.
¿En qué sentido?
En el sentido de que no hay una posición correcta: si comes carne matas animales, y si comes plantas también. Mucha gente que se preocupa por temas ambientales busca los buenos y los malos, y no es así, todo es más complejo.
Ponga un ejemplo.
Aquí hay mucha gente que se manifiesta diciendo «No a la minería». El lema debería ser “no a la minería que explota recursos y personas de forma desaforada”. Esa gente usa computadoras que no existirían sin los metales que salen de las minas. Me sorprende que no puedan ver más allá.
La mayoría de los mataderos en Argentina son ejemplos de crueldad. ¡Cómo voy a decir lo contrario!
¿Qué opina de la forma en la que se produce la carne de forma mayoritaria, de la industria cárnica?
Es una tragedia. El feedlot y la mayoría de los mataderos en Argentina son ejemplos excelsos de crueldad. ¡Cómo voy a decir lo contrario!
Hay datos que señalan que los recursos para conseguir carne son tremendos en comparación con los vegetales. Y que, de hecho, los cultivos son una buena parte de esos recursos: en un alto porcentaje, se utilizan para alimentar al ganado.
Así es, sé que la mayoría de los cultivos de soja sirven para eso. Yo no digo que los veganos sean tontos ni que haya que ser carnívoro, digo que hay que ser normal y solidario, adoptar una posición inteligente.
Para un fundamentalista hablar de muerte es pecado. ¿Cómo quiere que la llame, eutanasia? ¿Cuál es esa posición inteligente?
Ser solidario con la naturaleza, el mal menor. Hay que fomentar el consumo responsable y la muerte humanitaria de las reses, pero para un fundamentalista hablar de muerte es pecado. ¿Cómo quiere que la llame, eutanasia?
Si lo he entendido, usted lo que pretende es advertir a algunos veganos y vegetarianos de que no es posible el impacto cero.
La mayoría de las personas vivimos en ciudades, y muchas desconocen el mundo natural. Pregúntale a tus amigos si son capaces de nombrar 10 animales o 10 plantas silvestres del entorno donde viven.
Probablemente no podamos.
Si no conocemos la naturaleza, su diversidad, tampoco podemos valorarla. Nuestro universo se restringe a lo que vemos: perros, gatos, canarios, gallinas, cerdos, patos, vacas. Nuestra sensibilidad se dirige a ellos, y es como mirar a través del agujero de una cerradura. El mundo es más amplio y más complejo, puedes aceptarlo o no.
Habla como si conociera a muchos fanáticos.
Hay fundamentalistas carnívoros y veganos. Cuando les escucho con ese tono tan carente de dudas, con un nivel de certeza, como científico, me asusta. En una posición fundamentalista sólo se presta atención a la gente que piensa como uno mismo, y los demás, si no son enemigos, amigos no son. Es contradictorio.
Nuestro universo se restringe a lo que vemos: perros, gatos, gallinas, cerdos, vacas. Nuestra sensibilidad se dirige sólo a ellos
¿El qué?
Que un carnívoro sea violento me resulta hasta comprensible, pero que un vegano lo sea es filosóficamente incongruente.
¿Ha conocido a veganos violentos?
Fui director general del zoológico de Buenos Aires. Renuncié porque intenté transformarlo en un centro de conservación de especies amenazadas y no pude. Había veganos que se manifestaban en la puerta del zoo y gritaban asesinos a la gente que entraba, a los niños incluso. Eso le hace daño al veganismo. La gente piensa: si el veganismo es esto, no quiero saber nada. No son todos, claro, pero hay mucha gente que desarrolla una empatía enorme sólo por los animales domésticos. Muchos acaban odiando a la gente, y eso es patológico, no es bueno.
Que un carnívoro sea violento me resulta comprensible, que un vegano lo sea es filosóficamente incongruente
En su artículo dice que si la humanidad se hiciera vegana de pronto, sería una tragedia. Pero hay quien dice que si todos fuéramos veganos necesitaríamos menos cultivos que siendo omnívoros.
Yo escribí el artículo para poder debatir en mi país, donde el movimiento vegano viene con un análisis precario del medio ambiente. Si toda la humanidad se volviera vegana pensando así (no por otros motivos filosóficos, religiosos, de salud, con los que no me meto), sería una tragedia porque no estaríamos comprendiendo los problemas medioambientales del mundo.
No le convencen estos datos.
Si un veganismo bien entendido contribuye a mejorar el mundo natural me haré vegano con gratitud. A mí lo que me preocupa es la conservación de la biodiversidad, que la riqueza de formas de vida que hay en el mundo no se empobrezca.
Pero, insisto, ¿si todos los argentinos fueran veganos, no harían falta menos cultivos?
No lo sé. Digo que no hace falta ser vegano para conservar la naturaleza o la biodiversidad. No soy especialista en desarollo agroproductivo, pero por lo que sé sobre el medio ambiente, siempre conviene diversificar la producción. Que haya cultivos, vacas, apicultores…diverso.
No hace falta ser vegano para conservar la naturaleza o la biodiversidad
¿Qué carencias ve en el movimiento vegano?
Nunca los veo luchando por la creación de nuevos espacios protegidos, o combatiendo el tráfico ilegal de especies. Los veo contra las corridas de toros, que ya no se celebran en Argentina, y contra los mataderos. Es como si solo vieran los animales domésticos que, insisto, no se están extinguiendo. No digo que esté mal, sólo que hay mucho más que eso.
En general, ¿cree que no hay suficiente conexión entre el veganismo y la conciencia ecologista?
Lo que me parece peligroso es que dediques todo tu esfuerzo a salvar el gato negro sin saber nada del medio ambiente, porque igual estás malgastando ese esfuerzo, o ese esfuerzo podría tener más impacto en otro lado. Hay que tener una visión amplia, quizá te ayude a analizar mejor la situación. Si después quieres dedicarte a la defensa de los gatos negros, me parece bárbaro, te lo agradezco. No es incompatible la defensa de los derechos de los animales con la conservación de la naturaleza.
Es evidente que hay un choque entre ambientalistas y animalistas, y sin duda va a marcar el futuro de la humanidad.
Me recuerda un poco a los partidos de izquierda. Parecen enemigos entre sí cuando en realidad son lo más parecido y los que deberían ser más afines. ¿Sabes quién es el mayor enemigo de la conservación de la naturaleza?
¿Quién?
El indiferente. Muchos indiferentes creen que todos los que estamos preocupados por el medio ambiente somos iguales, que no comemos carne, que somos monjes verdes y no tenemos sexo. No es cierto, ¡somos gente normal!
Los ambientalistas creen que los veganos y vegetarianos son meros sentimentales. Por otro lado me preocupa la indiferencia por los animales silvestres y la biodiversidad
La naturaleza lleva implícita la muerte. Mezclar sentimientos con la naturaleza no parece muy científico, pero por otro lado está la conciencia humana y la responsabilidad sobre una industria contraminante y atroz. ¿Quién se equivoca?
Hay errores en los dos bandos. Los ambientalistas creen que los veganos y vegetarianos son meros sentimentales. Por otro lado me preocupa la indiferencia por los animales silvestres y la biodiversidad, no es coherente. Asumo que la humanidad es una máquina de devorar el mundo, un antropólogo dijo que encarnamos un modelo cosmofágico, devoramos lo que nos rodea.
¿Está satisfecho con el revuelo que ha causado su texto?
Muchos me insultan, me atacan diciendo que maté a un oso polar, lo cual no es cierto. Otros me están aportando nuevas visiones, ¡y yo les doy mil gracias! Yo solo soy un albañil de la conservación de la naturaleza, un jardinero, y me equivocado miles de veces. Hago lo que puedo y no me ofendo por equivocarme. Pienso como un científico, no como un fundamentalista.
No hace falta ser vegano para conservar la naturaleza o la biodiversidad
BUENOS AIRES (NAP, Por Claudio Bertonatti*). Uno de los grandes problemas ambientales es que las verdades se mueven reptando lentamente por la selva mientras que las mentiras vuelan rápido por cielo despejado. Otro de los problemas es que desde las buenas intenciones se pueden tomar malas decisiones.
Por eso dedico este artículo a quienes dejaron de alimentarse con carne por compasión o solidaridad con los animales. No lo dirijo, entonces, a quienes evitan su consumo por motivos nutricionales, filosóficos o religiosos. Tampoco resultará apto para fanáticos, fundamentalistas o para quienes no dudan de sus creencias u opiniones. No pretendo herir a nadie.
Hay personas que suponen que al evitar el consumo de carne no matan animales. Tengo una pésima noticia para ellas: no es cierto. El más despojado plato de arroz o un simple pedazo de pan también implica un impacto mortal para muchos animales. Que no lo veamos ni sepamos es otro tema. Pero la muerte está presente de un modo inevitable. No existe el desarrollo humano con impacto ambiental cero: para que nosotros podamos vivir muchas formas de vida deben morir. Esta afirmación es chocante pero es una de las verdades más obvias de la ecología, que es la ciencia que estudia las relaciones de los seres vivos entre sí y con su ambiente.
Vegetariano u omnívoro
Aclaro que fui vegetariano. En mi adolescencia creía que era una forma de evitar el sufrimiento y la muerte de los animales. Después de un par de años volví a ser omnívoro. Les explicaré los motivos, advirtiendo que no pretendo convertir a nadie a ninguna filosofía o estilo de vida. Solo busco arrimar información, impresiones y experiencias para ayudar a quienes quieran revisar sus decisiones alimenticias con implicancias ambientales.
¿Qué me hizo cambiar de opinión y de conducta? La constatación de la realidad ambiental en el terreno y, fundamentalmente, la comparación de los campos donde se producen nuestros alimentos. Por eso, les propongo repetir el ejercicio. Visiten un campo ganadero y otro agrícola en una misma región y anoten la diversidad de formas de vida que ven en cada uno de ellos. Este ejercicio se puede hacer registrando solo la presencia de aves, anfibios, reptiles, peces, mamíferos, mariposas, hongos o plantas, o de todos estos grupos.
El resultado será inequívoco: un cultivo (soja, trigo, maíz o arroz, para mencionar los más extendidos) no conviven con mucho más que sí mismos. Incluso, sucede esto con la huerta más orgánica del mundo. Las especies animales no solo no son bienvenidas sino que en los cultivos no orgánicos (la mayoría) son combatidas con biocidas o agrotóxicos (venenos), cuando no, tiros u otras formas de lucha para evitar la presencia de predadores que ocasionan daños y pérdidas económicas.
Una de las impresiones más contundentes fue el contraste entre la abundante vida silvestre de los esteros y arroyos del nordeste argentino con las arroceras vecinas. En estas últimas no había lugar para carpinchos, ciervos de los pantanos, lobitos de río, boas curiyú, garzas, gallaretas ni patos. Para cultivar arroz se drenan esos esteros, arroyos y riachos para que les deriven su agua y muchas veces, terminan secos o muertos, sin vida. Como se empobrecen o destruyen esos ambientes naturales muchos animales silvestres desamparados buscan refugio o comida en los cultivos que los han reemplazado. Y ahí se desata un segundo golpe. Para evitar que las aves o mamíferos coman los granos o brotes se esparcen semillas envenenadas o se traen tours de cazadores salvajes a desterrarlos a tiros de plomo (también contaminante). Nadie que sepa esto puede decir que por no comer carne y alimentarse con arroz, por ejemplo, no se matan animales.
Claro, la muerte es distinta porque ocurre más lejos, de un modo difícil de ver y variada en su forma (alterando el ambiente, envenenando o disparando balas). Una característica fundamental es que no se matan puntualmente los animales domésticos a consumir (para los que hay una sensibilidad más desarrollada), sino una enorme cantidad de animales de una gran diversidad de especies silvestres: desde invertebrados hasta peces, anfibios, reptiles, aves y mamíferos. Estos impactos se tornan “invisibles” a la distancia de una gran ciudad y en consecuencia son poco emotivos. Y lo que no emociona no es evocado.
Por desconocimiento, entonces, se tiene mucha más sensibilidad por los animales domésticos que por los silvestres (como si estos últimos tuvieran menos derechos), cuando el nivel de preocupación debería ser inverso. A diferencia de lo que ocurre con las variedades domésticas, las especies silvestres que se extinguen no tienen reposición. Este disparate tiene un correlato coherente, aunque irracional. Entre muchos vegetarianos y veganos hay dolor o lamento constante por la muerte de animales domésticos (que vale la pena aclarar, están fuera de peligro de extinción porque se crían a gran escala) y un silencio sepulcral ante la muerte de la multitud de individuos de especies diferentes de la fauna salvaje. O lo que es peor, ante la desaparición del ambiente en el que conviven miles de formas de vida, muchas veces, de especies amenazadas.
Ganadería y agricultura
Por otro lado, con respecto a la ganadería, cuando se practica de un modo extensivo (o sea, a campo) se pueden ver garzas, ranas, culebras, peces, zorrinos, zorros, gatos monteses, hurones, perdices, hongos y muchas otras formas de vida entre los vacunos, los lanares o los caballares. Y si fuera realizada sobre pastizales nativos, es posible la convivencia hasta con especies amenazadas como los venados de las pampas y el yetapá de collar.
Pero la ganadería viene cediendo terreno a la agricultura. Y, de hecho, la expansión de la frontera agrícola (junto con la urbana) viene siendo desde hace décadas la principal amenaza para la naturaleza argentina, dado que va arrasando con nuestros bosques, selvas, montes, sabanas, esteros y pastizales para reemplazarlos por campos de cultivo. Si la humanidad se hiciera vegana para la naturaleza sería una tragedia.
Está claro que -de una u otra forma- la humanidad debe alimentarse y eso genera ineludiblemente un disturbio en la naturaleza, ya sea para reemplazarla o para intervenirla. Y cuando nuestra población crece como lo hace desde hace siglos, de un modo irresponsable o desentendido de la capacidad de carga del planeta, la agricultura se transforma en el mecanismo más fácil para proveer alimentos a gran escala y, en consecuencia, a gran impacto ambiental.
Desde luego existen formas más amigables de cultivar, pero no se practican a gran escala y menos en el contexto de crecimiento poblacional mundial.
También existen formas menos cruentas de matar a los animales, pero cuando uno es sensible, hasta la eutanasia programada duele. Lo cierto es que existen técnicas para aplicar una “muerte humanitaria”, que es inmediata, evitando maltrato, crueldad y agonía. Si se aplicara en los mataderos o “criaderos” se evitaría el maltrato y agonía que caracteriza a muchos de ellos. Ojalá tuvieran esta oportunidad los miles de animales silvestres que mueren cotidianamente envenenados por el uso de agroquímicos, mal heridos o baleados por los cazadores asociados con la defensa de los cultivos o los que quedan hambrientos y sin refugio porque su ambiente fue arado.
Para evitar que se maten animales la única solución es dejar de comer. Ya hemos visto que cualquier dieta capaz de sostenernos acarrea más muertes de las que imaginamos. Uno de los grandes temas a resolver a escala mundial es cómo transformar la actual producción industrial de alimentos en un modelo compatible con la conservación de los espacios silvestres. No solo practicando agricultura y ganadería sostenibles y sustentables, sino también siendo más humanitarias con las demás formas de vida.
Este caso ejemplifica lo difícil que es catalogar de “blanco” o “negro” un tema ambiental. La realidad tiene abundantes tonos de “grises” y es más compleja a medida que nos interiorizamos en ella. Al principio, suele ser ingrato hacerlo porque –sin anestesia- destroza ideas utópicas propias de un mundo ideal. Así, concluiremos en elegir la opción menos mala en lugar de la más buena.
Nuestro mundo real es imperfecto y no tenemos otro. Es difícil cambiarlo si no nosotros no cambiamos. El historiador escocés Thomas Carlyle (1795-1881) dejó una reflexión oportuna para esta situación: “¿Que esta es una mala época? Pues bien, estamos aquí para hacerla mejor”. Si aceptamos el desafío se hace ineludible detenernos a contrastar ideas y realidades para tomar decisiones inteligentes y buenas. (Noticias AgroPecuarias)
(*). Museólogo. Docente de la Cátedra Unesco de Turismo Cultural, la Escuela Argentina de Naturalistas y de la Universidad del Museo Social Argentino. Consejero de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) y asesor de la Fundación de Historia Natural ‘Félix de Azara’.
Glosario:
Ecólogo, ecologista y ambientalista; naturista y naturalista; conservacionista y proteccionista, abolicionista y bienestarista, vegetariano y vegano no son sinónimos entre sí y menos todavía forman parte de un mismo grupo de pensamiento. Son tan distintos que algunos piensan de modo opuesto o se ocupan de asuntos diferentes y no necesariamente complementarios. Por eso comparto una suerte de glosario básico:
-Ambientalista: especialista en la problemática ambiental.
-Abolicionista: defensor de los derechos de los animales contra su aprovechamiento o uso humano. Sostienen que todos los seres sintientes (humanos y no humanos) tienen los mismos derechos.
-Bienestarista: quien sostiene que es moralmente aceptable que los humanos usen o aprovechen otros animales como fuente de alimento, vestimenta, mascotas y otros usos mientras se evite su sufrimiento innecesario.
-Conservacionista: persona a favor de la conservación de la biodiversidad y de la gestión sostenible y sustentable de los recursos naturales.
-Ecologista: militante de la defensa ambiental que se basa en acciones mediáticas o manifestaciones públicas.
-Ecológo: científico dedicado a la ecología (la ciencia que estudia las relaciones entre los seres vivos entre sí y con su ambiente).
-Especista: quien discrimina moralmente entre las personas y los animales, en contraposición con el “especista cero”, que sostiene la igualdad moral o la no discriminación entre las personas y los “animales sintientes”.
-Naturista: persona que además de su régimen vegetariano usa los agentes naturales para conservar la salud y tratar sus enfermedades.
-Naturalista: estudioso de la naturaleza o de la historia natural.
-Proteccionista: defensor de los derechos de los animales.
-Vegetariana: persona cuyo régimen alimentario tiene como principio la abstención de alimentos de origen animal. De acuerdo a su amplitud de criterio, aceptan o no el consumo de lácteos, huevos y miel.
-Vegana: personas cuyo régimen alimentario es el de un vegetarianismo estricto, que rechaza el consumo de servicios y productos de origen animal (incluyendo huevos, lácteos y miel). Normalmente, extiende su rechazo a todo uso, aprovechamiento o explotación de los animales (anti especista).
Fuente: http://www.noticiasagropecuarias.com/index.php/77-opinion/5403-la-confusion-del-veganismo
http://www.playgroundmag.net/articulos/entrevistas/vegan-vegano-vegetariano_0_1585641424.html